El Azufre, soberanía y turismo

Categoría: Turismo Escrito por Sergio Miranda

Emma Cunietti analiza la historia y la literatura para darle sustento a su planteo central: "Todo cambia". Escribe en esta nota: "Los pobladores malargüinos necesitan razones para querer pertenecer a una provincia y un país que parece tener la vocación de impedir cada iniciativa de desarrollo en ese lugar extraordinario".

Fundaciones y soberanía

Todo cambia. También los paradigmas sobre soberanía, cada vez más basados en la voluntad de los habitantes que en cuestiones de orden territorial. Un problema para Vladimir Putin es que muchos habitantes de Ucrania no quieren ser rusos. Así como la invasión a Crimea en 2014 fue casi un trámite, la resistencia de los ucranianos ha tenido una repercusión internacional que le está costando a Rusia mucho desprestigio, inflación, y lo más grave, la pérdida de miles de vidas humanas.

En ese sentido, una iniciativa inteligente del gobierno democrático argentino posterior a la guerra de Malvinas, consistió en fundar pueblos y promover emprendimientos en zonas de frontera. Como en una nueva versión del "gobernar es poblar" de Juan Bautista Alberdi, traigo aquí dos ejemplos exitosos de construcción de soberanía que generaron un importante desarrollo. El Chaltén en Santa Cruz y Villa Pehuenia en Neuquén, fundadas en 1985 y 1989 respectivamente. Quienes hemos tenido oportunidad de conocerlos comprobamos cómo esos sitios que hace pocas décadas eran desolados y ásperos, donde a nadie se le ocurría viajar; hoy representan a esos lugares atractivos en los que siempre querríamos quedarnos.

El santacruceño Arturo Puricelli, gobernador entre 1983 y 1987, siempre reconoció que la iniciativa para la fundación de El Chaltén fue la consolidación de la soberanía argentina después del conflicto con Chile ocasionado en Laguna del Desierto en 1965, que causara la muerte del teniente chileno Hernán Merino. Luego de que el tribunal arbitral resolviera en 1994 los límites fronterizos, estableciendo el Lago del Desierto como parte del territorio argentino, el ex gobernador aseveró que "la fundación de El Chaltén fue determinante para consolidar la soberanía territorial de la Argentina". Los fundadores no imaginaron que el gran desarrollo turístico que tendría esta zona pocos años después, iba a atraer a compatriotas de todas las provincias argentinas, entusiasmados con poblar y trabajar en esa perla andina. Tal vez ese antecedente haya sido el motivo por el cual en el 2010, la entonces presidenta Cristina Kirchner lo designara a Puricelli, su archienemigo en la interna justicialista provincial, como su Ministro de Defensa.

Párrafo aparte merece la distribución de tierras en El Calafate, movida por ese mismo argumento, y que tanto beneficiara a la familia gobernante de Santa Cruz después de 1987.

Villa Pehuenia, pegada al Paso de Pino Hachado, es otro ejemplo relevante de que la soberanía se consolida con el desarrollo económico. Podemos observar allí cómo el pueblo mapuche se siente parte de esa nueva localidad y se integra a sus actividades con protagonismo. Por otro lado, se ha creado un próspero polo turístico cuya belleza atrae inversiones que han fortalecido y habitado ese paso internacional de este lado de la cordillera.

El desamparo de los habitantes de frontera

La frontera entre Argentina y Chile constituye lo que algunos investigadores llaman "espacio social", cuyo funcionamiento fluido continúa el proceso que caracterizó a la Araucanía antes de que los ejércitos de ambos países sometieran a sus poblaciones indígenas sureñas. La historiadora Susana Bandieri (1996) considera que no puede investigarse el área norpatagónica circunscribiéndose a los límites políticos y/o geográficos establecidos. El área andina norpatagónica tuvo una posición de marginalidad respecto del modelo de inserción argentino en el sistema internacional vigente caracterizado por su fuerte orientación atlántica. Esta realidad dio lugar a la supervivencia de los contactos socioeconómicos con Chile por encima de la imposición de fronteras políticas.

Un testimonio de ese intercambio lo deja Iverna Codina (1912-2010), una gran escritora hija de un arriero chileno, que fue alumna de Alfredo Bufano en la Escuela Normal de San Rafael y ejerció la docencia en Mendoza. Si bien tuvo gran reconocimiento internacional, es bastante desconocida en nuestra provincia. Sus cuentos de "La enlutada" (1966), nos acercan de manera realista a ese espacio social extraordinario. Esta literatura inspirada en los relatos de su padre arriero, nos dan a conocer un mundo impresionante y áspero donde resulta difícil la supervivencia entre el frío y el viento.

Pino Hachado, Loncopué, Cunco, Ranquil Norte, Los Molles, Valle Hermoso, Las Loicas, El Azufre, Bardas Blancas, cumplen una función más importante que la de otorgar un marco a cada relato de Iverna Codina. En ocasiones, el espacio cordillerano se convierte en antagonista, e impone una lucha desigual a los personajes que deben enfrentarse a él:

Entre los altos paredones pizarrosos coronados de pestañas vegetales, el viento bramaba con fuerza enloquecedora. Por momentos azotaba al esmirriado arreo, empujándolo por la espalda. O emboscado en un murallón de roca, los golpeaba de frente cegando a hombres y bestias con la cellizca. (La Enlutada, p.51)

Por eso, para esos personajes el contrabando es un absurdo:

"Y si tenía plata para el trago no era precisamente, producto del trabajo, sino de lo que los lugareños llamaban trueque: las ovejitas que traían por los pasos sin control desde Neuquén y el aguardiente que se llevaba de vuelta por los mismos pasos. Contrabando para la ley. Pero ellos no entendían por qué habían de pagar por la oveja que cruzaba una línea imaginaria que nadie conocía, ni se figuraba por dónde pasaba. La montaña era toda igual". (La enlutada, p. 12).

Otro testimonio potente de ese espacio social, lo constituyó el documental de Tato Moreno "El Arreo" estrenado en 2015. Una verdadera joyita que además de revelar la belleza excepcional del sur de Malargüe, marca el desamparo, la soledad y la riqueza cultural de esos habitantes. Muchos docentes que hacen patria en escuelas albergues de la zona, registran historias entrañables que marcan la dificultad de traslado de estudiantes que provienen de los puestos cerriles. Por ello, una forma de construir soberanía sería concluir el asfalto de la Ruta 40 desde Bardas Blancas hasta Ranquil Norte, parado por una decisión judicial que no hace otra cosa que aislar a los pobladores de esta región.

Menos inversión - Más pobreza - Menos soberanía

Si hemos recordado la fundación exitosa de dos pueblos de frontera, en contraste con los testimonios históricos y de la cultura, que nos muestran el desamparo de los habitantes de este espacio social, es porque considero que no puede pasar inadvertido el daño que se hace a esos pobladores y a nuestra soberanía al frenar inversiones de enorme impacto económico como el dique Portezuelo del Viento o el complejo invernal en termas de El Azufre.

El Paso Vergara o El Planchón está hoy más habitado desde la zona chilena, que muy cerca de los límites fronterizos cuenta con la localidad turística de Los Queñes, que desde la cordillera argentina, más agreste y con necesidades de inversión para ser habitada. Un complejo turístico como el que se propone, impulsado por emprendedores mendocinos, beneficiaría a toda la región y le daría razones para quedarse a muchos jóvenes locales que hoy se forman en carreras relacionadas con los deportes andinos.

Los pobladores malargüinos necesitan razones para querer pertenecer a una provincia y un país que parece tener la vocación de impedir cada iniciativa de desarrollo en ese lugar extraordinario.

Demás está repetir que la situación de Mendoza exige ampliar su matriz productiva. Mientras se gasta tiempo y esfuerzo en debatir cuestiones de importancia tales como los atributos o designación de las soberanas vendimiales, nuestros jóvenes sienten que su camino es emigrar. Por ello, no estaría mal ocuparse de temas que originen trabajo y soberanía reales. Suspender la inversión turística, además de generar pérdida de puestos de trabajo y expulsión a nuestra gente, atenta contra nuestra soberanía.

Valdría la pena plantearse estos debates con seriedad a fin de saber si quienes quieren impedir estos emprendimientos están movidos por la ignorancia, la falta de patriotismo o las ganas de alentar la única industria exitosa de los últimos años en Argentina: la fábrica de pobres.

Fuente: https://www.memo.com.ar/